miércoles, 10 de abril de 2013

Economía y felicidad por Francisco Mochón.

Parte de un artículo extraído de la revista el notario del siglo XXI, escrito por Francisco Mochón Morcillo . Podéis leer el artículo integro pulsando aquí.

La  psicología positiva
La psicología positiva defiende que existen diversos y muy diferentes caminos para alcanzar la auténtica felicidad. Empieza por destacar la importancia de la emotividad positiva. Se argumenta que las emociones positivas respecto al futuro pueden aumentarse aprendiendo a identificar y rebatir los pensamientos pesimistas. Señala, además que las emociones positivas se subdividen enplaceres y gratificaciones (acciones con significado) y constituyen el mejor ejemplo de cómo alcanzar la felicidad siguiendo caminos radicalmente distintos...


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La economía y la felicidad
La economía ha contribuido con sus técnicas de análisis a cuantificar muchas de las relaciones formuladas por la psicología y a desarrollar hipótesis nuevas. Precisamente, una de las ramas de la investigación económica que más ha crecido en los últimos años es la relacionada con la felicidad. Una parte de esta investigación se ha canalizado a conocer la relación entre felicidad y un amplio grupo de variables socio-económicas. A título de ejemplo, los resultados obtenidos en un reciente estudio realizado para España   se pueden resumir como sigue:
Variables demográficas y socio-económicas. -Género: no se aprecian diferencias en la satisfacción subjetiva de las mujeres y los hombres.
-Edad: los niveles mayores de felicidad corresponden por un lado a los jóvenes y por otro a las personas mayores. Cuando se deja la juventud las personas se enfrentan a muchos retos e incertidumbres (constituir una familia, abrirse un horizonte profesional, criar los hijos,…) lo que requiere mucho esfuerzo y puede generar estrés. Por ello, si representáramos en términos gráficos la felicidad según la edad se obtendría una curva en la forma U, con el mínimo cercano a los  47 años.
-Estado civil: estar casado aparece positivamente relacionado con la felicidad. Las situaciones de divorcio y viudedad están negativamente relacionadas con la felicidad.
-Nivel de estudios: la educación aparece correlacionada positivamente con la felicidad.
-Situación laboral: los ocupados son claramente más felices que los desempleados, observándose una correlación negativa entre desempleo y felicidad.
-Nivel de renta: la satisfacción de los individuos aparece positivamente correlacionada con los ingresos.
-Salud: las personas que tienen mejor salud se muestran más satisfechas.
-Religión: los “creyentes” (cree en Dios pero no practica) aparecen como más felices que los “no creyentes” y los “practicantes” (practica al menos una vez a la semana algún acto religioso) se muestran más satisfechos que los “creyentes”...

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Efecto del presente, del pasado,  del futuro (expectativas) y de la personalidad.
-Como le ha ido este año: aparece fuertemente relacionado con la satisfacción del individuo. Las variables que muestran un coeficiente de correlación más elevado con la satisfacción del individuo son las que indican que este año le han ido las cosas “muy bien” o “bien”.
-Expectativas: unas expectativas favorables aparecen positivamente correlacionadas con la satisfacción de los individuos, mientras que si las expectativas son desfavorables la correlación es negativa.
-Personalidad; optimismo/pesimismo a  corto plazo, a medio plazo o largo plazo: el optimismo a corto plazo tiene un efecto positivo y significativo sobre la felicidad, mientras que el optimismo a largo plazo parece no ejercer un efecto significativo en la felicidad de los individuos, lo que sugiere que entre los españoles el presentismo prima sobre planteamientos a largo plazo.

"La satisfacción en la vida y en el trabajo pueden depender más de como lo enfoquemos que de los ingresos o prestigio. La felicidad no depende únicamente de lo que hagamos o de dónde estemos, sino de lo que decidamos ver"

-Progreso económico (si el individuo ha progresado o empeorado su situación económica respecto al año anterior): los que han mejorado económicamente se sienten moderadamente más felices. Por el contrario, los que han empeorado su situación económica comparándola con la del año pasado, se sienten bastante más infelices. Parece ser que los individuos casi dan por sentado que las cosas les sigan yendo bien y no lo valoran mucho, pero sí les  afecta bastante un empeoramiento de su situación.
Expectativas sobre ámbitos específicos (condiciones de trabajo, renta, y salud): las expectativas sobre un empeoramiento en las condiciones de trabajo tienen un efecto estadísticamente significativo sobre la felicidad mientras que las expectativas positivas en general no tienen efectos significativos. Las expectativas sobre el nivel de renta, sugieren que los individuos se muestran mucho más sensibles a que se reduzca su renta que ante aumentos de la misma. Por lo que respecta a la salud, un empeoramiento esperado de la misma tiene una incidencia negativa y altamente significativa. Estos resultados sugieren que valoramos mucho más lo que perdemos que lo que ganamos.

La empresa y la felicidad
Para acercarnos al estudio de la felicidad desde la óptica de la empresa partamos de la recomendación fundamental de la psicología positiva: la buena vida consiste en emplear de forma satisfactoria las fortalezas características a fin de obtener abundantes gratificaciones auténticas en los distintos ámbitos de la vida, y especialmente en el trabajo. En este sentido podemos formular diversos tipos de recomendaciones; unas referidas a la empresa, otras a los directivos y otras a los trabajadores.

La empresa. Esta debe esforzarse en crear las condiciones para que sus empleados sepan que su talento se puede desarrollar en el entorno laboral y que su trabajo tiene sentido. El centro de trabajo debe ser el escenario para el despliegue de las capacidades humanas y la autorrealización de los trabajadores. Para ello hay que empezar por cuidar la selección de personal. Para poder casar las necesidades de la empresa con las habilidades del personal se debe tener en cuenta la capacidad, la motivación y la actitud de los empleados potenciales. Pero no basta con seleccionar bien a los empleados sino que también hay que diseñar un sistema de formación continua. El logro de los objetivos de la empresa resultará más fácil si el personal se adapta fácilmente a las condiciones cambiantes del entorno, lo requiere preparación.
El directivo. Dirigir es promocionar personas, no mandar cosas. El líder debe descubrir los talentos y utilizarlos. La motivación del personal debe empezarla al diseñar las tareas. Se debe buscar la motivación trascendente,  valorando las consecuencias que la actividad desarrollada tendrá para otras personas. El líder debe influir sobre las intenciones de sus colaboradores, explicitando que cuando el trabajador logra darle sentido a su actividad él mismo será el primer beneficiado.
La labor del directivo es especialmente importante ante situaciones de cambio: dirigir significa transformar. Para lograr cambiar la organización hay que contar con las personas. Hay que lograr involucrarlas y que sepan que influyen en los resultados. Pero el cambio más importante que debe conseguir el directivo empieza por él mismo: adoptar una actitud activa en pro de la felicidad. Para lograrlo hay que tener en cuenta que una buena experiencia laboral, (disfrutando con el trabajo) y un buen rendimiento (hacerlo lo mejor posible), van unidos. Para ello hay que romper con algunas inercias. Es frecuente que estemos dispuestos a trabajar muy duro por conseguir objetivos cuantificables y que le prestemos muy poca atención a  temas inmateriales como la felicidad. No debe olvidarse que un líder feliz propicia un ambiente sano en la empresa mientras que un líder insatisfecho puede generar frustración.
El trabajador. Debe desarrollar sus fortalezas características al servicio de algo que le trascienda, de forma que le de un verdadero sentido a la vida. Para lograr este objetivo lo ideal es vivir el trabajo como una vocación, como un fin en si mismo. Ello requiere que hagamos una inversión emocional en analizar lo que hacemos. Nunca es tarde para que nos paremos un momento y nos preguntemos qué me aporta significado en la vida y cuáles son las cosas que me gusta hacer y que se me dan bien. En cualquier caso, la satisfacción en la vida y en el trabajo puede depender más de cómo lo enfoquemos  que de los ingresos o del prestigio que proporcione. Más importante que lo que hacemos es como lo  vivamos. En este sentido son relevantes las conclusiones de un experimento realizado entre los trabajadores de limpieza de unos hospitales. Los trabajadores se mostraban satisfechos pues se veían que contribuían al bienestar de los pacientes y al buen funcionamiento del hospital. La felicidad no depende únicamente de lo que hagamos o de donde estemos, sino de lo que decidamos ver.
Lo anterior no impide que nos preguntemos si somos felices en nuestro trabajo y qué podríamos hacer para ser más felices. Cabe incluso preguntarse si podemos dejar nuestro trabajo y encontrar otro que nos aporte significado y felicidad. En el caso de que no podamos permitirnos el lujo de dejarlo, siempre podremos actuar para que el trabajo resulte más gratificante: incorporando actividades nuevas que nos resulten significativas y agradables y esforzándonos en  darle sentido a lo que ya hacemos. Para esto último una buena estrategia consiste en destacar el potencial inherente a las interacciones con los demás.
En definitiva, la felicidad es como un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona. Atraparla es cuestión de práctica y de fuerza de voluntad, no de bienes materiales, prestigio, poder o riqueza. Cada persona puede ser tan feliz como desee serlo, la clave está en proponérselo firmemente.



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